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Tratamientos Las formas de violencia familiar son diversas y pueden tener como objeto a uno o varios miembros del grupo, pero siempre afectan a cada uno de sus integrantes de manera diferente. Tanto los sujetos activos como pasivos son partes de la trama del drama familiar. Por ello la consulta con un profesional debe ser requerida por cualquiera de los adultos comprometidos por la patología. Sea usted el habitualmente denominado “víctima” de la violencia o “victimario”, necesita ayuda psicológica. La tarea del psicólogo no consiste en juzgar sino en escuchar las causas de cada sujeto, qué lo lleva a adoptar conductas inadecuadas. En situaciones de violencia física o psíquica la intervención profesional lo puede orientar para evitar desenlaces irreversibles y recomponer los lazos disfuncionales que se instalaron en el seno de su grupo familiar. Divorcios destructivos El Síndrome de Alienación Parental es una categoría que abarca numerosas conductas y modos de relación conflictivos típicos del proceso de divorcio. Si entendemos el divorcio o separación como uno de los modos de resolución de un conflicto entre los dos miembros de la pareja, este resultará óptimo; no obstante cuando es un episodio asemejable a una batalla de la guerra instalada entre ambos, este será destructivo. Allí encaja el síndrome como conjunto de signos y síntomas que se pueden presentar en este marco alienante y patológico. En estos casos la vía legal debe suplementarse con el asesoramiento psicológico adecuado tanto en función del proceso judicial como de la salud. Obsesiones y compulsiones Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes que invaden la conciencia de la persona independientemente de la voluntad, por lo que no resulta posible evitar su impostura. Las compulsiones son conductas repetitivas, rituales, efectuadas siempre de la misma forma, que no tienen un fin por sí mismas. El sujeto reconoce la insensatez de tales conductas en general no placenteras, pero realizarlas disminuye su tensión y ansiedad, razón por la que fracasa todo intento de suspender su ejecución. Cuando alguien padece el efecto de una o ambas formas de manifestaciones sintomáticas, la consulta profesional es la única vía para desarticularlas ya que los factores que las provocan no son conocidos por el sujeto. Trastornos de ansiedad La ansiedad es una emoción común a todos los seres humanos, pero cuando resulta excesiva y desproporcionada respecto del estímulo que la provoca, es patológica. Puede presentarse como crisis o ataque de pánico o como persistente y generalizada, también como consecuencia de sucesos vitales estresantes. Un elevado montante de ansiedad es altamente displacentero y provoca serias dificultades en el desenvolvimiento cotidiano. Tratarlo con métodos paliativos, acudir a medicamentos puede ser un recurso transitorio pero poco eficaz. Para resolver esta manifestación hay que encontrar las causas determinantes a las que responde la ansiedad, las cuales son de origen psíquico inconciente cuando es desmedida. Fobias La fobia es un miedo intenso y persistente, excesivo e irracional desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos. Este miedo es reconocido como excesivo e irracional por quien lo padece pero no puede ser controlado, se logra evitarlo o soportarlo con gran ansiedad o malestar. Situar el origen del temor es el trabajo que en tratamiento psicológico permitirá que ceda la enfermedad. Inhibiciones La inhibición no siempre es patológica contrariamente al síntoma que necesariamente lo es. Recae sobre una función frenando el movimiento que lanza un deseo, el sujeto inhibido rehusa el juego, no realiza aquello que lo anima, no se anima. Habrá que pasar de la inhibición al impedimento, al no puedo, para luego alcanzar la posibilidad de poner a funcionar la función primariamente inhibida. Tarea difícil pero no imposible. Crisis de angustia La angustia puede ser considerada como una señal de alarma que moviliza mecanismos de defensa frente peligros reales, cuando la señal de angustia resulta inadecuada sea por ser excesiva o en apariencia inmotivada, no hay que desestimarla, hay que escuchar a que remite para unirla a la causa verdadera del peligro que evoca. Manifestaciones somáticas Tanto las manifestaciones somáticas subjetivas como las objetivas incumben al psicólogo, las primeras por ser claramente productos sintomáticos del psiquismo, las segundas por diferentes motivos, pues pueden ser causadas por múltiples factores y algunas tienen clara determinación psicológica, pero en todos los casos padecer enfermedades en el cuerpo provoca malestar y angustia. En la medida que logremos replantear las implicancias de ellas contribuiremos al proceso de curación. |
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